DIA 13 - JAVA – KETAPANG – BANYUWANGI – KAWAH IJEN

4 AM y suena el despertador! En media hora comienza la excursión al volcán Kawah Ijen. Nuestro guía nos está esperando en la recepción del hotel ataviado con un forro polar. Se llama Canhio, aunque hizo falta que nos lo repitiera varias veces porque a esas horas estábamos dormidos. El nombre del conductor de 4x4 que nos subió no es posible recordarlo. Aunque es muy pronto ya hay actividad por las calles de Ketapang y Banyuganwi. Según nos comentan hay actividad desde las 2 AM cuando comienzan a poner los puestos de los mercados. El coche es cómodo y vamos bastante bien, aunque el trayecto es casi 2 horas. El guía nos dice que la carretera está rota en el tramo final. Rota no, es que no hay carretera en muchos tramos! Más bien parece que alguien se ha dedicado a machacar con un pico la carretera y hacer montones de piedras. Nos dicen que es por las fuertes lluvias. En casi 2 horas llegamos al campamento base donde se aparca y es el punto de partida de la subida. Estamos a unos 1850 m sobre el nivel, una buena subida teniendo en cuenta que estábamos en la playa hace un rato. El día es perfecto, alguna nube pero hay visibilidad total y la temperatura es buenísima para estar tan altos. Tomamos algo de desayunar y rápidamente nos ponemos en el camino. El principio es fácil, pero tras unos 500 metros comienzan unas rampas increíbles. El corazón se pone a tope y eso que vamos charlando con el guía. Por el camino nos cruzamos con los primeros trabajadores del azufre “sulfur workers” que son los que sacan y transportan las piedras de azufre desde el volcán hasta una mini factoria que hay en el campamento, donde pesan lo que llevan y se carga en camiones para que en un pueblo más abajo, lo muelan haciéndolo polvo y lo empaqueten en sacos para llevar a las fábricas en camiones. Canhio nos dice que les pagan unas 600 rupias por kg y que en cada viaje cargan unos 70 kg. El trayecto lo hace un par de veces al día, por lo que en total cargarán unos 140 o 150 kg al día. Si multiplicamos salen  unas 90.000 rupias como mucho, lo que equivalen a unos 7.5 euros. Vamos que ganan una miseria por el trabajo tan duro que hacen.

Siguiendo en la subida llegamos a la estación donde los trabajadores chequean el peso que llevan y hacen un alto en el camino. Creo que este punto era el km 2.3. En total la subida son 3 kms, una media hora a buen ritmo. Una vez se va ascendiendo desaparece la vegetación, las nubes quedan abajo y se ven bien los volcanes próximos, entre ellos el Merapi, pero no el famoso activo que esta en Yogyakarta.

Llegamos arriba y vemos la fumarola de vapores sulfurosos que salen de la mina. El guía nos cuenta que una turista francesa murió cuando se despeñó hacia la laguna cuando intentó subir por un camino prohibido. Visto como está el terreno de resbaladizo toda una locura. Bajar donde están los mineros también está prohibido porque el camino es muy estrecho y esta gente va cargada hasta arriba de azufre con las cestas de bambú al hombro. Por cierto, intentamos coger una cesta cargada y ni de broma pudimos.

La forma de extracción del azufre es curiosa. Por lo visto, la actividad del volcán hace que el azufre esté líquido bastante cerca de la superficie. De hecho, por la noche se ve un fuego azul debido al azufre (vimos fotos de esto). Los mineros insertan unos tubos en el terreno, el calor del suelo al ver el camino para liberar presión hace que ascienda la nube de agua y vapores sulfurosos junto con el azufre líquido. Este azufre se recoge en unos canalones y luego en una balsa, donde se enfría durante una media hora y luego se pica a mano para recogerlo. Es un proceso totalmente natural y artesanal. La mina lleva funcionando unos 50 años, desde los años 1960s.

En la bajada nos enseñan las plantaciones de café y el árbol de la canela. También vemos el café más caro del mundo, un café que se come una especie de tejón y que caga. En las heces el grano de café sufre una descomposición que le da un aroma especial. No nos preguntéis porque no lo hemos probado.

La visita nos ha gustado mucho y como nos hemos pegado un madrugón nos quedamos en la piscina del hotel echando la siesta hasta la cena.

















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